Con cuatro horas de retraso parte nuestro avión desde el Aeropuerto San Pablo de Sevilla. En dos horas y media y con la compañia Volotea, nos encajamos en tierras suizas, o mejor dicho, en terreno francés, ya que el Aeropuerto Internacional de Basilea-Mulhouse, inaugurado en 1953, es el único aeropuerto binacional del mundo. Se llama Euroairport, pues comparte sus instalaciones y servicios entre Suiza y Francia, sirviendo marginalmente también a Alemania desde 1993. El terminal del aeropuerto está dividido en dos zonas nacionales, suiza y francesa, respectivamente. El aeropuerto se halla en un enclave de territorio francés y una carretera extraterritorial lo enlaza con las ciudades más próximas.
Desde el aeropuerto, un autobús nos traslada hacia el hotel. A través de sus ventanillas se puede ver el entramado de sus carreteras (otra vía de llegada a la ciudad) ya que en Basilea conecta la autopista A2/A3 procedente de Lucerna/Zúrich con la autopista alemana A5 en dirección a Karlsruhe y Fráncfort del Meno, así como con la francesa A35 hacia Mulhouse y Estrasburgo.
Aprovecho el traslado para profundizar sobre toda la información posible a cerca de un país que nunca tuve la oportunidad de visitar: Se trata de una república federal parlamentaria, formada por 26 estados, llamados cantones. Al contrario de lo que ocurre en la mayor parte de los Estados, el gobierno suizo no cuenta ni con Primer Ministro ni con Jefe de Estado permanente. Desde 1848 el ejecutivo suizo está compuesto por siete miembros, a los que se denomina Consejeros Federales. En base a un principio de rotación, cada año uno de ellos asume la presidencia del país.
Limita al norte con Alemania, al oeste con Francia, al sur con Italia, al este con Austria y Liechtenstein. Se caracteriza diplomáticamente por su política de relaciones exteriores neutral, sin haber participado activamente en ningún conflicto internacional desde el año 1815.
El país alberga sedes de varias organizaciones internacionales: Cruz Roja, Organización Mundial del Comercio, Unión Postal Universal, una de las dos oficinas de la ONU en Europa, Organización Mundial del Movimiento Scout, FIFA (máximo organismo del fútbol a escala mundial), UEFA (mayor ente del fútbol europeo), COI (máximo organismo encargado de la realización de los juegos olímpicos) y FIDE (máximo organismo del ajedrez en el ámbito mundial).
Berna es la capital y sede de las autoridades federales, mientras que los centros financieros del país se encuentran en las ciudades de Zúrich (localidad más poblada), Ginebra, Basilea y Lugano. Nación multilingüe, cuenta con cuatro lenguas oficiales, todas son tradicionalmente habladas en diferentes partes del país. Las lenguas son el alemán, francés, italiano y romanche. El alemán es hablado por aproximadamente las tres cuartas partes de la población. Según su PIB per cápita, Suiza es el cuarto país más rico del mundo, siendo su salario medio uno de los más elevados de Europa, con una tasa de paro próxima al 3%.
No existe ninguna religión de estado oficial, aunque la mayoría de los cantones (excepto el de Ginebra y el de Neuchâtel) reconocen sus propias iglesias oficiales. En todos los casos incluyen la Iglesia Católica y la Iglesia Reformada de Suiza, financiadas con el impuesto eclesiástico. Estas iglesias, y en algunos cantones, la iglesia católica antigua y las congregaciones judías, son financiadas por diezmos pagados por los propios creyentes. Zúrich, Basilea y Berna (algunas de las ciudades más grande del país) son predominantemente protestantes.
Suiza no pertenece a la UE, sin embargo, al encontrarse en la Europa central, admite el pago en euros, en algunos sitios: “nada de moneda, solo en papel”, y eso sí, te devuelven en su moneda oficial, el franco suizo (CHF).
Sobre las 8,00 de la tarde se produce mi llegada al Airport Club Hotel****, próximo al aeropuerto, aunque, situado en Blotzheim (Francia), a 12 km del centro de Basilea. En cuanto a las primeras llamadas telefónicas y conexión a internet una importante ventaja, ya que el coste no supone lo mismo en territorio francés que en terreno suizo.
La instalaciones del hotel son innovadoras y modernas, igual que las 123 habitaciones, decoradas con elegancia, gusto y mucho tacto.
La sensación de bienestar se ve reforzada por un excelente restaurante. No falta el menor detalle.
En planta baja, junto a recepción, un pequeño bar con toque francés, sirve deliciosos cocteles y aperitivos.
Ubicado en Blotzheim y visto sus alrededores, es fácil observar el continuo crecimiento de la zona, con nuevas y modernas construcciones en los alrededores. Aquí la construcción no está paralizada, sino mas bien, todo lo contrario.
Para ir a Basilea, un chofer, en un elegante coche del hotel, nos transporta al aeropuerto. En el ir y venir de hotel a aeropuerto y de aeropuerto a hotel, son varias las veces que tuve la oportunidad de pasar por una pequeña carrera en obra, en pleno trazado de una nueva rotonda señalizada con pequeños semáforos numéricos. Es tal la conciencia de este país por el respeto a su entorno que el coche de traslado dispone de un dispositivo que detiene el motor cuando el vehiculo se para y vuelve a encenderlo al soltar el pedal de freno, reduciendo el consumo de combustible y las emisiones de gases contaminantes como el CO2.
Del aeropuerto parte cada 20 minutos el autobús de línea nº 50, encargado de dejar a sus pasajeros junto a la estación de ferrocarril. Es interesante esta opción, ya que la otra alternativa es solicitar los servicios de un taxi: El taxista te pedirá unos 100 euros y si eres capaz de regatear un poco, puedes fijar el importe total entre 45 y 50 euros (el autobús supone 4,90 euros y no es necesario discutir).
Basilea, en alemán Basel, se localiza al noroeste de Suiza, limita tanto con Alemania como con Francia. La región de Basilea, que culturalmente se extiende a la alemana Baden y la francesa Alsacia, refleja la herencia de tres países en el nombre latino moderno “Regio TriRhena”.
La ciudad limita al norte con los municipios de Huningue (Francia) y Weil am Rhein (Alemania), al oeste con Allschwil (Basilea-Campiña) y Saint-Louis (Francia), al sur con Münchenstein, Reinach, Bottmingen y Binningen (Basilea-Campiña), al este con Riehen (Basilea-Ciudad), Birsfelden y Muttenz (Basilea-Campiña).
La comuna basiliense, por tanto, traspasa la frontera germano-suiza y franco-suiza, ya que engloba las ciudades de Saint-Louis y Huningue en Alsacia, así como Weil am Rhein en el estado de Baden-Wurtemberg. La región es conocida en francés como “District des trois frontières” (distrito de las tres fronteras) y en alemán con el nombre de “Dreiländereck” (esquina de los tres países).
Dada su ubicación, el idioma mayoritariamente hablado por los habitantes es el alemán, conocido como alemán de Basilea o Baseldytsch, la mayoría también comprenden el francés, por su cercanía con Francia. Por lo general y debido principalmente al sector turístico, también es posible encontrar a alguien que hable inglés.
Una vez que el autobús de la línea 50 llega al final de su recorrido, uno de los primeros edificios más significativos que nos encontramos es la estación de ferrocarril, la ciudad dispone de tres: la estación Basel SBB (SBB-CFF-FFS) para las líneas nacionales hacia Zúrich, Berna/Lucerna y Delémont, así como las líneas internacionales hacia Alemania e Italia. En el mismo edificio se encuentra la estación Basel SNCF para las líneas hacia Mulhouse/París y Bruselas. La Estación Alemana (Badischer Bahnhof de la Deutsche Bahn AG) se halla en la zona norte de la ciudad y en ella hacen parada todos los trenes que van y vienen de Alemania, así como los que circulan por el lado alemán hacia Waldshut y Constanza.
De los 26 estados en que se compone la Confederación Suiza, dos de ellos son Basilea-Campiña y Basilea-Ciudad, siendo la capital de este último Basilea, considerada la tercera ciudad más importante del país. Cuenta con la mayor densidad de población (habitantes por km2), con tan solo 37 km2 de superficie y unos 187.000 habitantes.
Dado que es prácticamente imposible entrar con vehículo rodado por el centro de Basilea, convertido en zona peatonal, el transporte más utilizado es el puntual tranvía, con paradas repartidas por toda la zona urbana. Destaca el uso de las bicicletas, tanto de día como de noche, el manejo de este trasporte contribuye a la conservación de su medio ambiente así como al impacto sonoro de la ciudad, y es que, en este lugar apenas se conoce el ruido.
“En esta ciudad el peatón y el ciclista no compiten para ser “el rey de la acera”, aquí, normalmente la bicicleta y el vehículo conviven de manera muy organizada entre el asfalto de sus calles y las vías urbanas”.
La estación de trenes Bahnhof SBB se encuentra en Centralbahnstrasse y a pocos metros se localiza Elisabethenanlage, cruzando este parque nos adentramos en la zona centro, la que soporta su principal legado.
La historia de Basilea se remonta al siglo VI a. C. cuando los celtas se asientan a orillas del Rin. El año 44 a. C. los romanos fundan el asentamiento de Augusta Raurica (Kaiseraugst), a unos 10 km aguas arriba de Basilea, por esa época construyen una fortificación sobre la colina donde se alza hoy la Catedral. El nombre de Basilia se menciona por primera vez en un documento del año 374. Con el derrumbamiento del Imperio romano llegan en el 450 los alemanes y en el siglo VI pasa a ser dominio de los francos. En 740 se convierte en sede episcopal. El año 1000 es reconocida como ciudad libre dentro del Sacro Imperio Romano Germánico y en 1501 se adhiere a la Confederación Helvética.
La posición de la ciudad en un recodo del Rin enfatiza su gran importancia. Durante el Concilio de Basilea, en el siglo XV, llega a ser el punto focal de la cristiandad occidental. En 1529 adopta la reforma protestante.
Tras la aparición de la imprenta, Basilea se convierte en un centro editorial sin censura. Casiodoro de Reina, un monje español convertido al protestantismo, se refugia en Basilea mientras termina la traducción al castellano de todos los libros que conforman la biblia. Es justamente en Basilea donde se imprimieron en 1569 los ejemplares de esta biblia, primera completamente traducida al idioma castellano de las fuentes hebreas y griegas más antiguas disponibles, conocida como “Biblia del Oso”, en referencia al dibujo de la portada donde un oso come miel de un panal de abejas, y cuya interpretación es que la palabra de Dios es un verdadero alimento para el cristiano. Esta biblia es la que, luego de algunas adaptaciones menores, se conoce como la versión de la biblia según Reina-Valera, muy apreciada por los cristianos evangélicos.
Desde la segunda mitad del siglo XVII hasta principios del siglo XIX, muchos matemáticos de la familia Bernoulli nacen en Basilea (como olvidar en Física la dinámica de fluidos o principio de Daniel Bernoulli), el propio Leonhard Euler se educa con los Bernoulli, llegando a ser un matemático aún más destacado que los Bernoulli (derivadas, número e, logaritmo neperiano,…, (¡cómo olvidarlo!).
En 1833 se produce la división del cantón de Basilea en los dos semicantones Basilea-Campiña y Basilea-Ciudad, que perdura hoy día.
Con dos puertos fluviales, desde la Edad Media ha sido una plaza importante para el intercambio de mercancías entre el Mediterráneo y el Mar del Norte. La distancia entre Basilea y Rotterdam por el Rin se eleva a unos 832 km. Entre Basilea y Estrasburgo existe un canal paralelo al Rin que se construye en el siglo XIX para evitar las recias corrientes de la localidad de Istein. De acuerdo con el Tratado de 1868, el tramo entre el mar y el puente de Basilea es considerado como aguas internacionales. Basilea posee el último puerto para la navegación fluvial por el Rin, pues en el curso superior del río están situadas las cataratas del Rin, las cuales constituyen un gran obstáculo para la navegación.
Gran Basilea “Grossbasel” se considera como el centro histórico de la ciudad, situada al sudoeste, es una pintoresca zona peatonal que atrae a los turistas con abundante vegetación y aire puro. Pequeña Basilea “Kleinbasel” se une al centro histórico con un cable de alambre, a lo largo del cual hace el recorrido un pontón flotante. El movimiento se efectúa exclusivamente a expensas de la fuerza de la corriente, medio de transporte que no daña su ecología.
Las dos partes de la ciudad, están unidas por cinco puentes urbanos y uno ferroviario que cruzan el Rin. Desde 1225 Basilea mantuvo por muchos siglos el único puente de madera sobre el río, entre el lago de Constanza y el mar, en 1903 se reconstruye totalmente de piedra, es conocido como el Puente Medio (Mittlere Brücke).
“Basilea en la actualidad cuenta con un hermoso centro histórico, una arquitectura moderna y el río Rin, que invita a dar largos y tranquilos paseos. Una ciudad bastante refinada, que con sus casi cuarenta museos concentra el mayor número de pinacotecas del país”.
Algunas de las construcciones características son su Ayuntamiento o Palacio Municipal y su Catedral de la época románica tardía y gótica. Las edificaciones tradicionales, por lo general, destacan por tener poca altura, entre 4 y 5 plantas.
El pintoresco Ayuntamiento “Rathaus”, construido entre 1504 y 1514 en piedra arenisca de color rojo oscuro, se sitúa frente a la Plaza del Mercado, Marktplatz nº 9.
Cinco siglos antes, a instancias del emperador alemán Enrique II y su esposa Cunegunda, comienza en 1019 la construcción en estilo gótico de la Catedral de Basilea “Münster”. En1356, el más fuerte terremoto ocurrido desde entonces en la Europa central, causa importantes daños en la ciudad. El terremoto derriba las cuatro torres y el coro, pero solamente se reedifican dos de ellas hasta 1500. Con fachada de piedra arenisca, sus dos torres irregulares (torre de San Martín y torre de San Jorge), constituye un monumento arquitectónico sobreviviente al paso de los siglos, convirtiéndose en el símbolo de Basilea Grande. En su interior se encuentra la tumba de Erasmo de Róterdam, el gran humanista del renacimiento.
A orillas del Rin, la calle Rheinsprung conecta la Catedral y el Puente Medio, en el nº 8 encontramos una de las viviendas más antigua de la ciudad, sobreviviente al terremoto medieval de 1356.
En el distrito de Clara, en Kleinbasel, junto a Claraplatz de la Pequeña Basilea, se sitúa una de sus iglesias católicas, la parroquial de Santa Clara “St. Clarakirche”. Esta iglesia es una extraña construcción de la arquitectura minimalista del siglo XVII. El estilo gótico está bien conservado en el diseño a pesar de los diferentes trabajos de renovación a los que ha sido sometida durante el paso de los años. La iglesia de Santa Clara es un importante centro cristiano que cuenta con una importante comunidad que asiste a los actos religiosos con regularidad. El coro de este edificio es muy popular en la zona. La cruz es una copia de la Heinrichskreuz.
Basilea hospeda, entre otras, construcciones modernas de arquitectos reconocidos internacionalmente, como diversas construcciones del grupo de arquitectos suizos Herzog & de Meuron, entre las que figura el estadio de fútbol de St. Jakob Park; la Fundación Beyeler de Renzo Piano; el Complejo de Vidrio Prensado de Weil am Rhein, constituido por tres edificaciones de la Arquitecto Zaha Hadid, el Centro de Congresos del japones Tadao Ando; el Museo Jean Tinguely y el Banco de Pagos Internacionales (BIZ) de Mario Botta; así como y otros trabajos del estudio de arquitectura suizo Diener & Diener o el arquitecto estadounidense Richard Meier.
Al dar un paseo por el casco histórico, edificios singulares, tiendas de libros antiguos, boutiques de diseñadores modernos, vale la pena hacer una pequeña excursión al Läckerli Huus para probar las tradicionales pastas de especias y miel, hacer uso de la comida rápida en el restaurante vegetariano Tibits o tomarse una cerveza en el Ristorante Spiga Bar e caffe, junto al Mittlere Rheinbrücke.
Basilea es la ciudad universitaria más longeva de Suiza, considerada como la capital cultural del país tiene la reputación de ser una de las ciudades culturales más importantes en Europa, en 1997 compite para llegar a ser “Capital Europea de la Cultura”.
A cada paso me encuentro con una expresión artística, ya sea al callejear por su bello casco histórico o durante la visita a uno de sus museos. Museos de reputación internacional, como el Museo de Arte de Basilea, el museo del escultor de hierro Jean Tinguely, la Fondation Beyeler y el Museo de las Culturas, al igual que las numerosas galerías y pequeños teatros que atraen a numerosos visitantes.
Basilea Pequeña es famosa por numerosos museos, entre ellos merece atención especial: Museo de la Historia Natural, Museo Suizo Nacional y el Museo de las Culturas. El primero le presenta la colección más rica de los minerales, y el Museo de las culturas da la posibilidad de admirar las obras con pintorescos paisajes alpinos de Gruyere y Appenzell.
En mayo de 2007 se celebra el sexto EJCF festival de coros, tradición que empieza en 1992 con el Coro de los Niños Cantores de Basilea como anfitrión. La ciudad es una gran capital musical, posee dos orquestas de fama internacional, como la Orquesta Sinfónica de Basilea (Sinfonieorchester Basel) y la Orquesta de Cámara de Basilea (Kammerorchester Basel), además de las orquestas barrocas La Cetra y Capriccio Basel, vinculadas ambas a la Schola Cantorum Basiliensis, centro de investigación y estudios de música antigua de prestigio mundial. Destaca el Musical Theater con producciones internacionales. Asimismo, los escenarios del Theater Basel y del Schauspielhaus ofrecen un gran surtido de representaciones clásicas y contemporáneas. El Art Basel es una muestra internacional de arte moderno realizada cada año, y considerada como la más destacada de Europa y una de las más importantes del mundo.
La fiesta popular más importante para los habitantes de Basilea es el carnaval local “Basler Fasnacht”. El lunes después del miércoles de ceniza la ciudad despierta a primeras horas de la madrugada “Morgenstraich”. A las cuatro se apagan todas las luces, comenzando un desfile muy animado y reluciente por las calles de la ciudad. Se convierte en el carnaval más importante de Suiza y atrae anualmente una gran multitud de espectadores desde toda Europa.
El clima es del tipo continental húmedo, con una media anual de 10.5 ºC, siendo una de las ciudades más cálidas de Suiza. Las precipitaciones son estables durante todo el año, aunque se intensifican más en primavera y en verano. Los inviernos son generalmente fríos con nevadas frecuentes. Durante mi corta estancia pude disfrutar tanto de su agradable temperatura primaveral, así como de una lluvia persistente que hizo que me refugiara en uno de los bellos soportales de la Gran Basilea.
Basilea es una ciudad verde, con numerosos parques, jardines botánicos y la orilla del Rin que invitan a pasar más días en la ciudad. En primavera y verano, la vida gira en torno a él en todas sus vertientes. Amantes del sol, paseantes, estudiantes y gente de negocios animan sus orillas en la misma medida. Ideal para refrescarse o para dar un agradable paseo a pie o en barco.
“Cuando uno es pequeño, en el colegio y luego en la universidad, en asignaturas como Historia, suele estar presente la mayoría de ríos, hasta el punto de resultarnos bastante familiar, sin embargo, nunca pensé que disfrutaría tan de cerca el emblema secreto de Basilea, el Rin”.
Suiza es uno de los destinos más seguros del mundo, y Basilea no es una excepción. Se dice que este país no necesita protección ya que sus residentes se protegen unos de los otros, sin embargo, he de confesar que en mis viajes al extranjero jamás vi por calles, recintos y aeropuerto tanta presencia policial, si bien es cierto que mi desplazamiento coincidió con el de muchos visitantes, pude observar un cierto nerviosismo y desorden entre alguna de sus autoridades.